“Buenos días, hoy se celebra el
día sin dinero…” Este podía ser el titular de las noticias del día. A esta
conclusión hemos llegado en casa tras ver, oír y leer noticias relacionadas con
astronómicas cantidades de dinero y lidiar en el día a día con unos pocos
céntimos.
¿Qué pasaría si no existiera el
dinero? Seguramente las noticias cambiarían: se hablaría de sobres, que se han
perdido, desviado o cualquier otra barbaridad, pero la buena noticia sería que
esos sobres no contenían dinero, sino palabras, que para eso se inventaron los
sobres, para transmitir palabras, de agradecimiento, de apoyo, de ánimo o de
recomendación. No habría problemas con los regalos millonarios de las bodas
casi de estado, pues en este tipo de enlaces brillarían las sonrisas, los abrazos
y los buenos deseos. ¡Cuántas horas de información negativa nos evitaríamos!
Habría que cambiar el chip
completamente, ya que el dinero ha conquistado todo, y el panorama televisivo,
también. Los premios millonarios de los programas de televisión tendrían que
cambiar, volveríamos al famoso escaparate de El precio Justo: ha ganado diez
mil kilos de productos no perecederos o la posibilidad de contemplar
gratuitamente un maravilloso atardecer, esas cosas que no se pueden comprar, y
que cegados por lo económico a veces nos perdemos. El mejor concursante ganaría su maletín, cargado
de sobres, donde poder guardar las mejores instantáneas de su paso por el
programa. Diversión asegurada.
La apariencia televisiva sin
grandes sumas de dinero sería mucho más tranquila, no existirían esas abultadas
cantidades de billetes por las que se pelearían ciertos personajes para llenar
la pantalla de televisión, no existiría ese fin lucrativo, y se cumplirían las
funciones de informar, formar y entretener, a un módico precio, nunca mejor
dicho.
Así que el titular de mañana
sería: “Exitosa jornada del día sin dinero. Aumentaron las sonrisas entre los
ciudadanos, bajaron los índices de estrés y aumentó la tasa de felicidad. Una iniciativa
que estudian repetir.” ¿Lo probamos? Sin duda, nunca sonreiríamos más al dar los Buenos Días.