martes, 28 de mayo de 2013

Buenos Días


“Buenos días, hoy se celebra el día sin dinero…” Este podía ser el titular de las noticias del día. A esta conclusión hemos llegado en casa tras ver, oír y leer noticias relacionadas con astronómicas cantidades de dinero y lidiar en el día a día con unos pocos céntimos.

¿Qué pasaría si no existiera el dinero? Seguramente las noticias cambiarían: se hablaría de sobres, que se han perdido, desviado o cualquier otra barbaridad, pero la buena noticia sería que esos sobres no contenían dinero, sino palabras, que para eso se inventaron los sobres, para transmitir palabras, de agradecimiento, de apoyo, de ánimo o de recomendación. No habría problemas con los regalos millonarios de las bodas casi de estado, pues en este tipo de enlaces brillarían las sonrisas, los abrazos y los buenos deseos. ¡Cuántas horas de información negativa nos evitaríamos!

Habría que cambiar el chip completamente, ya que el dinero ha conquistado todo, y el panorama televisivo, también. Los premios millonarios de los programas de televisión tendrían que cambiar, volveríamos al famoso escaparate de El precio Justo: ha ganado diez mil kilos de productos no perecederos o la posibilidad de contemplar gratuitamente un maravilloso atardecer, esas cosas que no se pueden comprar, y que cegados por lo económico a veces nos perdemos.  El mejor concursante ganaría su maletín, cargado de sobres, donde poder guardar las mejores instantáneas de su paso por el programa. Diversión asegurada.

La apariencia televisiva sin grandes sumas de dinero sería mucho más tranquila, no existirían esas abultadas cantidades de billetes por las que se pelearían ciertos personajes para llenar la pantalla de televisión, no existiría ese fin lucrativo, y se cumplirían las funciones de informar, formar y entretener, a un módico precio, nunca mejor dicho.


Así que el titular de mañana sería: “Exitosa jornada del día sin dinero. Aumentaron las sonrisas entre los ciudadanos, bajaron los índices de estrés y aumentó la tasa de felicidad. Una iniciativa que estudian repetir.”  ¿Lo probamos? Sin duda, nunca sonreiríamos más al dar los Buenos Días.

domingo, 19 de mayo de 2013

De profesión, becario.


Mi entrada de hoy va dedicada a uno de esos temas que aparecen y sabes que tienes que escribir de ello. No es Eurovisión, ya sabemos que no progresamos, aunque puede que tenga más relación de lo que nos pensamos.

Estaba viendo las noticias y una de ellas iba dedicada a los becarios, (se acerca el verano y muchos jóvenes comienzan sus prácticas en empresas…), esa era la noticia, pero me llegó mucho más porque reflejaron la vida de los becarios en Antena 3. De repente, vi pasar casi  dos años de mi vida, con muchos recuerdos, con muchas caras y con muchos lugares conocidos.

A propósito de todo esto, esta semana ha sido noticia la carta de una chica en la que renunciaba a un puesto de becaria con unas condiciones abusivas, trabajo cualificado y sin remuneración ni siquiera para transporte, tras años de becas. Además, otro joven periodista denunciaba su situación de precariedad laboral cantando en el metro; en definitiva… los jóvenes hablan.

Yo he sido becaria, de las “sin remunerar”, de las que sólo tenía que pagar 1 euro por comer, de las de los 250 euros y te pagas el transporte de más de 70 km a casa… Conozco un poco la situación y sé lo desesperante que es encajar una beca tras otra, pero creo que lo más importante no es la situación económica, que lo es, porque comer hay que comer, sino lo más importante es el grado de frustración que podemos llegar a alcanzar.

La primera oportunidad laboral es una experiencia desbordante, novedosa, ilusionante, todos oímos: “ lo importante es meter la cabeza, una vez que estés ahí…” pero ¿eso cuándo ocurría?  Hace unos años, más de 5, tal vez sería así y tal vez, haya gente a la que hoy le ocurra, pero por lo que vemos son la excepción y los más afortunados.

Se acaban tus tres meses de beca, has aprendido muchas cosas, has trabajado más, has disfrutado de todo, tienes contactos y ahora lo mejor que te puede pasar es que te amplíen la beca. Una sensación de felicidad, tres meses más en ese entorno laboral que cada día sueñas para desarrollarte personalmente, pero… se acaba la beca y déjanos tu CV por si necesitamos a alguien, y ¿qué ocurre? Que llega el verano y con él, nuevas remesas de becarios cargados de ilusiones.

Es entonces cuando te planteas que ya no puedes optar a una beca, has hecho todas las prácticas posibles, has cursado todos los masters e idiomas requeridos y ¿qué te ofrecen? ¿Una beca? No olvidemos que tienes la suerte de ser seleccionado entre mucha gente, y te tienes que sentir afortunado, pero no, ya no puedes, has vivido muchas veces esa situación, sabes lo que es empezar de cero y desde el puesto más bajo en una empresa, sabes lo que es aprender y sabes lo que es desear continuar con tu labor y que no te dejen. Se acabó el sueño… y vuelta a empezar, o quizás no.

El apasionante mundo de los becarios. Disfruté muchísimo de mi etapa en los distintos medios en los que he estado, principalmente de la etapa en Antena 3, ahí conseguí que un día se acordaran de una becaria que pasó por allí un verano, sí, se acordaron de mí y pude entrar a trabajar con todo lo que ya había aprendido y que nunca se olvida.

De todo esto lo que se saca es una lección, que los becarios trabajan mucho, se forman, y vuelven a empezar y a empezar, eso que tan importante es para el mercado laboral, reciclarse, pues los becarios saben muchísimo de eso, pero todo tiene un límite.

Becarios habrá siempre, y es bonito ver una empresa llena de caras nuevas, jóvenes, con ilusión y motivación, pero que no se convierta en algo carente de sentido. No dejemos que nos hagan ser becarios permanentes, que una beca sea un paso más para algo en nuestro futuro profesional, que no sea la máxima aspiración de un universitario.

A pesar de todo, si hoy volviera a la universidad, no dudaría en poder acceder a las distintas empresas, aunque sea como becario por un día, es una oportunidad que hay que saber aprovechar, al menos personalmente.

A los que comenzáis vuestras prácticas aprovecharlo y disfrutarlo, porque quién sabe y ojalá me equivoque, puede que esos recuerdos sean los que un día les contemos a nuestros nietos, yo fui, de profesión, becario

sábado, 11 de mayo de 2013

Una de landismo, por favor.



Esta semana nos ha dejado uno de los grandes de nuestro cine: Alfredo Landa. Una de esas noticias que te apenan, que todos compartimos en las redes sociales y comentamos con nuestros allegados. Eso significa que esa persona ha marcado, en cierto modo, tu vida.

En los últimos días se han hecho muchos homenajes y repasos a la vida de Alfredo Landa, yo no pretendo hacerlo, pero sí me gustaría reflexionar sobre lo que fue Alfredo Landa para los de mi generación.

No viví la posguerra, ni siquiera la transición, sin embargo, lo más maravilloso que podía ocurrir una tarde de invierno en casa, cuando no tendría más de 6-7 años, es que pusieran una peli de Marisol, Joselito, Paco Martínez Soria o Alfredo Landa. De repente se hacía el silencio en el salón y toda la familia, abuelos y abuelas los primeros, se acomodaban en el sofá con el paquete de pipas para ver a aquel “macho ibérico”.

En ese momento no entiendes que tipo de cine es, sólo ves, que los personajes de Landa son muy graciosos, que la diversión está asegurada y que te despierta una cercanía como si fuera alguien familiar. Creo que mis primeros recuerdos playeros pasan por los paseos que Landa se daba en las playas de Benidorm en la pantalla, con las suecas y compañía, y ahí descubrí la importancia del inglés, ¡porque nunca se enteraba de nada! Ahí estaba Alfredo, representando al español, que casi podía darse hoy, intentando comunicarse con gestos y con expresión, que de eso sí que sabemos mucho los hispanos. “Typical Spanish”, ese cine que tanto dicen que nos ha dañado, pero que en cuanto a la importancia  que ha podido tener dentro de la vida de los españoles creo que no lo supera nadie.
Los años pasaban y nunca nos olvidamos de Alfredo Landa, con sorpresa lo recibimos en Lleno por favor, una serie de tv del año 1993, como el mítico Don Pepe, dueño de la gasolinera y que tantos buenos ratos nos hizo pasar. Se le veía su categoría porque llenaba la pantalla cada vez que aparecía, por eso al enterarnos de su muerte muchos nos hemos acordado de Don Pepe, además, de aquel bajito que siempre la liaba en la playa.

Para nosotros, Alfredo Landa es el del cine de antaño y el de estas series, que eran garantía de éxito con su nombre en el reparto.

Posteriormente, ya en la carrera descubrí que ese fenómeno que ocurría en casa: “Que ponen una peli de Alfredo Landa” se conoce como “landismo”, no podía ser de otro modo y que fue un actor que supo cambiar de registro, porque eso es ser un gran actor, el  que se adapta a TODOS sus papeles, no hay que avergonzarse de nada y con todo construyó una gran carrera: El verdugo, Los santos inocentes…

Por suerte siempre que lo veamos en pantalla nos despertará una sonrisa y diremos, ¡Alfredo Landa!, la misma que se nos dibujó al verlo de nuevo en tv en Los Serrano. Entonces nos daremos cuenta de que aquel “macho ibérico” que representaba la marca “typical spanish”, es uno de los mejores embajadores que nuestro cine puede tener. Por vivir del cine toda su vida y sobre todo por hacernos soñar, en las épocas más oscuras y en las más prósperas,  porque esa es la magia del cine y de los buenos actores.



viernes, 3 de mayo de 2013

Madres televisivas



Se acerca el día de la madre y he pensado que mi entrada de esta semana podía ir dedicada a las madres televisivas. Sin duda, creo que la madre televisiva por excelencia es Mª Teresa Campos, toda una vida en televisión y con dos hijas pertenecientes al medio, una delante y otra detrás de las cámaras, pero no sólo por esto, sino porque ha aglutinado a varias generaciones de profesionales que han salido de sus faldas, y muchos se consideran “ hijos” de la Campos en televisión.

El binomio madre e hija funciona y parece que pertenecer a una saga de televisivos es un punto a favor para el reconocimiento en televisión: recuerdo a la mítica Lola Flores con su hija Lolita en Sabor a Lolas o los muchos programas en los que la veterana Laura Valenzuela abría paso a su hija Lara Dibildos ante las cámaras. Seguramente estos hijos de madres televisivas también han tenido que demostrar su profesionalidad para que los tomen en serio, pero ¡qué no haría una madre por sus hijos!, si hay que hacer televisión que sea de la mejor mano posible, yo haría lo mismo y si de mi madre dependiera seguro que también.

No sólo hay madres delante de la pantalla, sino también detrás. A los rostros que vemos en televisión y de los que muchos conocemos sus facetas más personales hay que sumar la cantidad de madres (productoras, redactoras, editoras…) que trabajan pegadas al teléfono entre noticias e hijos y que sacan adelante lo que vemos por la pantalla. En todas las profesiones ocurre, y  en este día hay que reconocerlo.

Sin embargo, hay unas madres que disfrutan y se preocupan más que nadie, son las madres de televisivas, por ejemplo, ¿qué pensará la madre de Mónica Carrillo cada vez que su hija se pone al frente de las noticias? ¿Y la de la reportera que cubre noticias desde el extranjero? Seguro que no se pierden detalles y son las primeras en estar pendientes de todo lo que ocurre en el entorno televisivo de sus hijas, tienen un master en televisión, lo conocen todo y dominan el espíritu crítico.

Y en la ficción… muchas son las madres con perfiles claramente destacados, desde la doble madre (madre y abuela) Herminia en Cuéntame (Mª Galiana) y su hija Merche (Ana Duato), tradicionales, trabajadoras,luchadoras y timón de la familia, hasta la misteriosa perversa madre de los Alarcón en Gran Hotel (Adriana Ozores). No obstante, hay una madre que nunca olvidaremos, es la madre de Marco, la que nos hizo vivir la angustia de un hijo buscando a su madre, la que nos despertó lágrimas y el deseo de no separarnos nunca de la que nos dio la vida y la que nos hizo ponernos en el papel de una madre que se aleja de su hijo. Un planteamiento muy duro para la infancia ¿eh?

En definitiva, muchas madres en televisión y muchos momentos de la televisión vividos con nuestras madres. Desde aquí mi particular homenaje, en especial a la mía que se ha convertido en mi blog-adicta.

¡Feliz día de la madre!