Hace unos días impactaba la
noticia del cierre de la radiotelevisión pública Griega ERT. Entre las
justificaciones para el cierre de un ente de más de 75 años de historia,
financiado por el canon de sus habitantes, se da la situación económica, la falta
de sostenimiento de su plantilla, la opacidad en su gestión, la duplicación de
tareas, la poca rentabilidad en cuanto a la audiencia, y por todo ello el
gobierno decide apagar, “ir a negro” en directo, que es lo más trágico que puede suceder en una emisión, para dentro de unos meses
volver a crear algo similar con mucho menos personal.
Las reacciones no han tardado en
llegar, muestras de apoyo del país, más del 65% de la población helena está en
contra del cierre, y muestras de apoyo de periodistas de todo el mundo.
La televisión pública griega ha
dejado de ocupar los primeros puestos en el ranking de las cadenas más vistas,
frente a las televisiones privadas. ¿Nos suena?
Muchas miradas se han clavado en
nuestra radio televisión pública. ¿Podría suceder en España?
Nuestro país está pasando por
situaciones económicas difíciles, está viendo como la audiencia del canal
principal del ente se desploma, ha sometido a expedientes de regulación de
empleo a su plantilla, se han denunciado deficiencias en la gestión, ha habido
recortes significativos en la programación… y aquí no pagamos canon, pero
eliminamos la publicidad de la pública hace no muchos años.
No podemos dejar que una
televisión pública muera. He oído comentarios del tipo que deberían cerrar las
autonómicas y las públicas, porque cuesta el dinero a los ciudadanos y no
emiten nada atractivo para la audiencia.
Estas ideas podrían hacer más
daño del que creemos. Los medios de comunicación tienen la misión de formar,
informar y entretener; todos los ciudadanos tenemos derecho a la información, a
acceder libremente a ella y entre los grandes logros de la humanidad está el de
la aparición del 4º poder: los medios de comunicación, tras los famosos
poderes: ejecutivo, legislativo y judicial.
Una televisión privada está
gestionada por una empresa y si no es rentable puede echar el cierre,
transformarse en busca de beneficios o seguir la ideología del grupo que la
sustenta. Actualmente las gestiones de la televisiones privadas, aunque con
dificultades, superan a las públicas y ofrecen productos más competitivos. Sin
embargo, la misión de informar sobre lo que acontece en un país es misión de la
pública. Es un derecho que tenemos y que hemos adquirido durante muchos años.
No debemos cargar con esta total responsabilidad a una empresa privada, por muy
bien que creamos que puedan hacerlo.
Los medios de comunicación han
ocupado papeles relevantes, incluso protagonistas, en muchos conflictos, las
guerras los han hecho mucho más importantes y siempre ha habido intención de
controlar los medios de comunicación como señal de victoria.
Lo que estamos viviendo actualmente
en cuanto a revueltas, protestas, manifestaciones y conflictos políticos es una
auténtica batalla por el poder, por el poder de los medios de comunicación que
está muy ligado al poder que otorga el gobernar. Seguro que este hecho
simbólico de pulsar el interruptor de la ERT trae muchas consecuencias a todos
los niveles de la sociedad.
Personalmente, espero que lo que
estamos viendo en Grecia nos sirva para aprender y reflexionar, y sobre todo
para poner remedio y no dejar que nuestra televisión se vaya yendo a negro poco
a poco.