lunes, 22 de abril de 2013

¿Sabemos dónde están los límites?


Está claro que la televisión, más que otro medio o industria, está sometida a modas, o mejor dicho, a la audiencia, pero ¿qué elige la audiencia si no es lo que las “cadenas” deciden?

El producto televisivo es caro y se busca la rentabilidad. En el contexto económico actual, la situación se agrava, ya que el sector de  la comunicación es uno de los más castigados por la crisis. Se afina mucho para que el producto funcione, y con esto me refiero a lo de las modas. Lo que funciona se repite hasta la saciedad, hasta que agota, es decir, si una cadena tiene la fantástica idea de programar algo que rompe los audímetros, aparecen no pocos programas similares, si funcionan los talent shows, pues probamos con músicos, bailarines, actores, modelos, humoristas, cocineros… con los mismos ingredientes: jurado con un personaje “malo”, concursantes buenos, otros malos, pero simpáticos, alguien muy joven, otro de edad avanzada… perfecto… hasta que el audímetro baja y ya esa fórmula no funciona.

La TDT prometía pluralidad, tenemos numerosos canales, pero casi todos para copiar y repetir los programas que funcionan, limitando la variedad a muy poco donde elegir.
Nunca se permite que la audiencia caiga, pero en tiempos de crisis mucho menos, y ¿cuál fue la revolución hace algunos años? El todo vale por la audiencia.

He venido observando en las últimas semanas un repunte de matices de “telebasura” con el mero objetivo de derribar programas, en cuanto a audiencia se refiere y conseguir el clamado minuto más visto del día.

No me gusta usar el término “telebasura”, sabemos el tipo de televisión al que se refiere, morbosa, sensacionalista y con carácter destructivo, eso sí, muy poderosa ante el público. En nuestra historia de la televisión proliferaron muchos programas de este tipo, y se hicieron de oro, pero como era lo más “trendy” del sector, pues se acabó pasando de moda y poco a poco vivimos un resurgir de otra televisión. Pues ahora, donde la crisis parece que en lugar de despertar el ingenio, lo adormece, se recurren a fórmulas que antaño funcionaban.

Mi reflexión viene aquí: ahora que ya no estamos tan alertas con ese tipo de televisión (peleas en directo, destrucciones familiares, exposición total de intimidades, trivialización de contenidos peligrosos…), no bajemos la guardia, seamos los espectadores los que con la revolución de la interactividad, con las redes sociales… no permitamos que valga todo en televisión, por el bienestar de los espectadores y por la calidad de nuestra televisión, saldremos ganando todos, así que no nos inmunicemos ante este tipo de contenidos.

Una conocida marca presume con el lema: “El cliente siempre tiene la razón”, pues nosotros tenemos el mando y nuestra valiosa opinión.

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