Está claro que la televisión,
más que otro medio o industria, está sometida a modas, o mejor dicho, a la
audiencia, pero ¿qué elige la audiencia si no es lo que las “cadenas” deciden?
El producto televisivo es caro y
se busca la rentabilidad. En el contexto económico actual, la situación se
agrava, ya que el sector de la
comunicación es uno de los más castigados por la crisis. Se afina mucho para
que el producto funcione, y con esto me refiero a lo de las modas. Lo que
funciona se repite hasta la saciedad, hasta que agota, es decir, si una cadena
tiene la fantástica idea de programar algo que rompe los audímetros, aparecen
no pocos programas similares, si funcionan los talent shows, pues probamos con músicos, bailarines, actores,
modelos, humoristas, cocineros… con los mismos ingredientes: jurado con un
personaje “malo”, concursantes buenos, otros malos, pero simpáticos, alguien
muy joven, otro de edad avanzada… perfecto… hasta que el audímetro baja y ya
esa fórmula no funciona.
La TDT prometía pluralidad,
tenemos numerosos canales, pero casi todos para copiar y repetir los programas
que funcionan, limitando la variedad a muy poco donde elegir.
Nunca se permite que la audiencia
caiga, pero en tiempos de crisis mucho menos, y ¿cuál fue la revolución hace
algunos años? El todo vale por la audiencia.
He venido observando en las
últimas semanas un repunte de matices de “telebasura” con el mero objetivo de
derribar programas, en cuanto a audiencia se refiere y conseguir el clamado
minuto más visto del día.
No me gusta usar el término
“telebasura”, sabemos el tipo de televisión al que se refiere, morbosa,
sensacionalista y con carácter destructivo, eso sí, muy poderosa ante el
público. En nuestra historia de la televisión proliferaron muchos programas de
este tipo, y se hicieron de oro, pero como era lo más “trendy” del sector, pues se acabó pasando de moda y poco a poco
vivimos un resurgir de otra televisión. Pues ahora, donde la crisis parece que
en lugar de despertar el ingenio, lo adormece, se recurren a fórmulas que
antaño funcionaban.
Mi reflexión viene aquí: ahora
que ya no estamos tan alertas con ese tipo de televisión (peleas en directo,
destrucciones familiares, exposición total de intimidades, trivialización de
contenidos peligrosos…), no bajemos la guardia, seamos los espectadores los que
con la revolución de la interactividad, con las redes sociales… no permitamos
que valga todo en televisión, por el bienestar de los espectadores y por la
calidad de nuestra televisión, saldremos ganando todos, así que no nos
inmunicemos ante este tipo de contenidos.
Una conocida marca presume con el
lema: “El cliente siempre tiene la razón”, pues nosotros tenemos el mando y
nuestra valiosa opinión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario